La pérdida y deterioro del colágeno en el organismo ocasiona pérdida de grosor, resistencia y funcionalidad de los tejidos que contienen esta proteína. Esto conlleva a diversas y notorias alteraciones orgánicas, como la reducción de la movilidad, envejecimiento prematuro de la piel, mayor vulnerabilidad frente a lesiones y fracturas, aumento de las posibilidades de desarrollar enfermedades degenerativas como Artrosis y Osteoporosis, entre otras.
La piel está formada por tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. La capa central, la dermis, esta formada principalmente de colágeno (entre el 70% a 80% de su peso seco). Le proporciona una estructura que entrega soporte, flexibilidad y elasticidad a la epidermis.
A medida que envejecemos, la síntesis de colágeno disminuye y se producen menos fibras de colágeno nuevas. El colágeno también se vuelve más reticulado y fragmentado. Estos cambios dan lugar a una piel más dura, débil, flácida, delgada y seca debido a la menor capacidad para retener agua, apareciendo las indeseadas arrugas dérmicas.
Las articulaciones son zonas de unión entre huesos, que facilitan el movimiento. Los extremos óseos se encuentran recubiertos por cartílago, tejido firme y elástico formado principalmente por fibras de colágeno, que evita el roce entre los huesos y absorve los impactos cuando la articulación se mueve.
El sobreuso de las articulaciones, los traumatismos (lesiones), el sobrepeso, una dieta inadecuada, entre otros factores, provocan que el cartílago se deteriore, perdiendo su grosor y consistencia en forma progresiva.
La progresión de esta enfermedad, puede ser dividida en tres etapas principales:
El sobreuso de las articulaciones, los traumatismos (lesiones), el sobrepeso, una dieta inadecuada, entre otros factores, provocan que el cartílago se deteriore, perdiendo su grosor y consistencia en forma progresiva.
La progresión de esta enfermedad, puede ser dividida en tres etapas principales:
- Etapa inicial: El cartílago se torna frágil y quebradizo, perdiendo su elasticidad y capacidad de amortiguar.
- Etapa intermedia: El cartílago se adelgaza e incluso desaparece en zonas determinadas, desprotejiendo el extremo del hueso.
- Etapa final: Las zonas de hueso que quedan desprotegidas, rozan entre sí, provocando un fuerte dolor, e incluso pueden deformar los bordes de los huesos en contacto.
Esta enfermedad articular ocurre con mayor frecuencia en adultos mayores de 45 años, en especial en mujeres; deportistas de alto rendimiento (por sobreuso de las articulaciones), personas con sobrepeso (por sobrepresión del cartílago de las articulaciones inferiores) y personas sedentarias (desnutrición articular). Su gravedad se debe a que es crónica, degenerativa, dolorosa y compromete seriamente la movilidad y la calidad de vida de las personas que la padecen.
La Osteoporosis es una enfermedad que afecta a los huesos, volviéndolos frágiles y propensos a fracturas.
Diversos factores pueden propiciar esta enfermedad: sexo (las mujeres son más propensas a sufrir Osteoporosis), el paso de la edad, una alimentación inadecuada, el sedentarismo, entre otros. Sin embargo, una de las causas más relevantes y desconocidas es la falta de colágeno, ya que las sales de calcio que brindan rigidez y fortaleza al hueso, se fijan a las fibras de colágeno que forman parte del hueso. Por lo tanto, si hay una carencia de colágeno, entonces las sales de calcio no podrán adherirse al hueso, provocando su descalcificación. Este proceso es indoloro y ocaciona que el hueso pierda densidad, se adelgace y debilite, hasta que se produzca con facilidad o en forma espontánea una fractura.
De lo anterior, resulta poco eficaz intentar evitar la descalcificación únicamente consumiendo calcio, ya que si la carencia de colágeno persiste, el calcio ingerido no tendrá una estructura a la cual fijarse adecuadamente.
Diversos factores pueden propiciar esta enfermedad: sexo (las mujeres son más propensas a sufrir Osteoporosis), el paso de la edad, una alimentación inadecuada, el sedentarismo, entre otros. Sin embargo, una de las causas más relevantes y desconocidas es la falta de colágeno, ya que las sales de calcio que brindan rigidez y fortaleza al hueso, se fijan a las fibras de colágeno que forman parte del hueso. Por lo tanto, si hay una carencia de colágeno, entonces las sales de calcio no podrán adherirse al hueso, provocando su descalcificación. Este proceso es indoloro y ocaciona que el hueso pierda densidad, se adelgace y debilite, hasta que se produzca con facilidad o en forma espontánea una fractura.
De lo anterior, resulta poco eficaz intentar evitar la descalcificación únicamente consumiendo calcio, ya que si la carencia de colágeno persiste, el calcio ingerido no tendrá una estructura a la cual fijarse adecuadamente.
Dos estudios realizados a pacientes que padecen Fibromialgia, detectaron anormalidades relacionadas al colágeno tisular. Uno de estos estudios detectó una menor concentración de hidroxiprolina (aminoácido esencial en la formación del colágeno) en las fibras musculares, mientras que el otro detectó alteraciones en el normal metabolismo del colágeno.
Los problemas musculares y articulares son una de las principales causas que llevan al deportista, ya sea profesional, amateur o simple aficionado, a disminuir o interrumpir su entrenamiento, con la consecuente repercusión sobre su rendimiento atlético y salud corporal.
Dentro de los detonantes de esta clase de lesiones está el sobreuso, los movimientos repetitivos, desajustes posturales, etc. Cuando se exceden las capacidades mecánicas del tejido conectivo, se produce una lesión.
Adicionalmente, las fibras musculares y las fibras de colágeno presentes en el tejido conectivo, trabajan asociadas, por tanto el trabajo muscular requiere de un tejido conectivo en condiciones adecuadas para canalizar la fuerza y potencia muscular, generadas durante el entrenamiento.
Tomando en consideración que el colágeno aporta la resistencia y flexibilidad a las articulaciones (cartílagos, tendones y ligamentos) y es un componente esencial del hueso y tejido conectivo que protege los musculos y órganos internos, su falta conlleva a tres hechos principales:
Dentro de los detonantes de esta clase de lesiones está el sobreuso, los movimientos repetitivos, desajustes posturales, etc. Cuando se exceden las capacidades mecánicas del tejido conectivo, se produce una lesión.
Adicionalmente, las fibras musculares y las fibras de colágeno presentes en el tejido conectivo, trabajan asociadas, por tanto el trabajo muscular requiere de un tejido conectivo en condiciones adecuadas para canalizar la fuerza y potencia muscular, generadas durante el entrenamiento.
Tomando en consideración que el colágeno aporta la resistencia y flexibilidad a las articulaciones (cartílagos, tendones y ligamentos) y es un componente esencial del hueso y tejido conectivo que protege los musculos y órganos internos, su falta conlleva a tres hechos principales:
- El tejido conectivo se vuelve más propenso a sufrir lesiones.
- La recuperación frente a estas lesiones decrece, sobre todo si se considera que en estos tejidos el suministro de sangre es escaso.
- El tejido conectivo no estará preparado para soportar la carga muscular generada durante el ejercicio físico, con lo cual el deportista tendrá que reducir la intensidad del entrenamiento a fin de evitar una lesión.